A medida que cumplimos años, todo en nosotros sufre cambios más o menos visibles. La piel, siendo el órgano más extenso que poseemos y que está en contacto directo con el exterior, también notará el paso del tiempo. Una de las señales más características es la piel seca y deshidratada por la edad.
Hay varias causas para los cambios que se van produciendo. El metabolismo se vuelve más lento y las células no se conseguirán regenerar igual que durante la plenitud de la juventud. La actividad de las glándulas sebáceas también se verá disminuida, influyendo en la estructura de la piel y en su menor capacidad de retener agua. Además, los cambios hormonales que se empezarán a hacer notar, relacionados con la llegada de la menopausia, provocarán una disminución de los niveles de estrógenos y, consecuentemente, la disminución de la producción de fibras de elastina y colágeno, imprescindibles para la salud de la piel.
Aparte de los factores intrínsecos, también los factores ambientales van a tener una importancia cada vez más notoria. El sol, el frío y el viento son factores que agravan la sequedad de la piel en todas las edades, pero con la edad afectará cada vez más.
Características de la piel deshidratada
Los principales signos y síntomas de una piel seca y deshidratada suelen apreciarse con la falta de luminosidad de la piel y las principales marcas de irregularidad de la piel.
La menor capacidad de retención hídrica en la piel va a conferirle un aspecto apagado, sin brillo ni vitalidad y con signos de cansancio.
Con el paso del tiempo, esa falta de agua llevará a la pérdida de uniformidad de la piel. Se volverá irregular, rugosa y se notarán zonas más o menos extensas de descamación. En este momento podrán surgir los primeros picores. La escasez de hidratación en la piel y la pérdida de elasticidad dará lugar a la sensación de tirantez.
Sin embargo, lo más visible es cuando surgen las primeras arrugas. Aunque las consideramos, habitualmente, fruto de la edad y una situación inevitable, en realidad están muy relacionadas con la deshidratación cutánea y se puede evitar que surjan de forma prematura.
Tratamiento para combatir la piel seca
Aunque la edad, la genética y los rayos del sol hagan inevitable los cambios sufridos en la piel, algunos cuidados nos ayudarán a combatir la piel seca y deshidratada, retrasando el aparecimiento de las primeras señales y recuperando la elasticidad y el brillo que se pueda haber perdido.
Para combatir la piel seca es necesario hidratarla tanto por vía interna como externa.
Beber agua suficiente y evitar bebidas y alimentos que lleven a la deshidratación es la mejor opción para hidratar el organismo y que el agua llegue a las células de la piel. Así, estaremos hidratando desde dentro.
Pero es igualmente importante el cuidado externo de la piel. Utilizar productos adecuados, que protejan y mantengan en perfectas condiciones la barrera cutánea se vuelve más importante con el paso de los años pero es esencial empezar antes de que surjan los primeros signos.